
El lechazo al horno siempre será el plato estrella en las celebraciones de esta tierra.
En Burgos, en Valladolid, en Palencia. Cualquier acontecimiento tiene que ir coronado con el lechazo.
Y no tiene grandes misterios. Solo uno. Que el lechazo sea verdaderamente lechazo.
Estos son los requisitos de la IGP, pero han abierto la mano, y para alguien de Burgos, acostumbrada al lechazo churro, de 4,5 kg de peso, y demás características peculiares de este producto, se encuentra a veces corderos de 7 kg y que también son lechazos. Bueno, lo dejaremos, pero eso no es lechazo.
IGP Lechazo de Castilla y León
El lechazo está estupendo preparado de distintas formas, guisado, frito, asado a la cazuela, pero sin duda, la receta más apreciada es al horno.
Aquí, tanto mi madre como yo nos hemos desviado de la elaboración típica de Carazo con manteca de cerdo y un majado de ajo y perejil. La carne se desvirtúa y no se aprecian bien las características de este producto tan peculiar.
Si mantengo, por ejemplo, el chorrito de vino blanco, cuanto mejor sea, más calidad y aroma le prestará al plato.
Aquí está nuestra receta. Ahora vendrán los fundamentalistas, que haberlos haylos, y nos dirán que si así no se asa, que si eso no se echa.

Esta es mi receta y yo lo hago como me gusta. He dicho.
Ingredientes:
- Un buen lechazo churro, pequeño, y sin más cortes que la separación en cuartos. Nada de trocearlo.
- Sal.
- Aceite de oliva.
- Agua.
- Vino blanco. Un verdejo de Rueda estupendo.
Preparación:
- Limpiamos y secamos bien el cuarto de lechazo. Quitamos el exceso de grasa.
- Lo colocamos en una fuente para horno. Aquí también difiero de las tradiciones, no me gustan para nada las típicas cazuelas de barro, creo que le prestan a la comida cierto regustillo no muy agradable. Prefiero las cazuelas de gres o cerámica. Totalmente sin sabor.
- Lo salamos y regamos con un chorrito de aceite. Lo ponemos con la piel hacia abajo.
- En el fondo de la fuente añadimos un poco de agua.
- Metemos la carne al horno precalentado a 180 grados. Cuando hayan pasado unos minutos, bajamos la temperatura a 120 grados y con función vapor. Así lo suelo tener una hora y media larga.
- Es el momento de abrir el horno, regamos con un chorrito de vino blanco. Subimos la temperatura a 160 grados, por ejemplo, dejamos que se tueste por esta cara. También quitamos la función vapor. Unos veinte minutos.
- Volvemos a abrir el horno. Damos la vuelta al cuarto para que la piel quede por arriba. Regamos con el jugo del asado y con otro chorro de vino blanco. Metemos de nuevo la carne al horno y la dejamos otros 20 minutos o hasta que veamos que la piel está bien crujiente, sin quemarse, claro.
- Y ya está.
- Hay que servirlo inmediatamente, en la misma fuente, o en una bandeja previamente calentada si no se quiere la salsa, por ejemplo. Y ponemos el jugo que haya quedado en una salsera para quien le guste.
- Una ensalada verde y nada más.
- Para chuparse los dedos.

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