Desde hace 10 años que tengo jardín he plantado y cuidado un montón de plantas, algunas con mejor suerte o tino que otras.
He experimentado con variedades y colores, hasta me he propuesto cultivar ejemplares que no resisten el sol y el calor, el principal problema de contar con un espacio orientado al sur, en los veranos de Valladolid y sin sombra. Y sin una gota de agua. Esto parecía un desierto.
Hasta que llegó la primavera de 2018.
Las fuertes lluvias y el granizo han fulminado los pensamientos, apenas han dejado rosas de los cientos que ya tenían los rosales trepadores, la cala se está marchitando y espero que las plantaciones recientes no se vean afectadas por las tormentas de estos días.
¿Tendremos este año mil colores en el jardín?


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