
Desconcertante. Si, así me parece la primera novela de Javier Castillo, El día que se perdió la cordura. Por sus altibajos.
No significa que no me haya gustado, si, a ratos me ha enganchado, aunque me costó arrancar, no me suelen gustar los relatos sanguinolentos como parecía este en un principio. Es decir, el planteamiento estuvo a punto de echarme atrás, el nudo me ha gustado, me ha entretenido, pero el desenlace me ha vuelto a decepcionar. Me esperaba más, casi era previsible.
Encierran a un hombre por ir por la calle, desnudo, ensangrentado, con la cabeza de una mujer. Aquí arranca la historia de Jacob, y de Amanda, otros dicen, que de Steven, yo creo que es secundario. Triste donde las haya, pero tal vez demasiado increíble, excesivamente cruenta para ser minimamente creíble.
Siempre me pregunto ¿cómo puede tener la gente la mente tan retorcida para idear este tipo de historias? Esperemos que solo sea en la imaginación. Imaginación no le falta a Javier Castillo para haber ideado esta historia.
Además me parece bastante correcto el estilo y eso que él asegura no tener aspiraciones literarias, ya quisiéramos muchos parecernos a él.
Recomendable, se lee bien, rápido, sin demasiadas reflexiones.
Castillo, Javier, El día que se perdió la cordura, Barcelona, Suma de Letras, 2017, 448 páginas.

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