No soy yo muy partidaria de las fiestas, ni de las costumbres, americanas, aunque nos lleguen rebotadas como el Halloween, pero como hay que adaptarse a los tiempos, si no seguiríamos en las cavernas, lo mismo que adoptamos otras modas, más aceptables según al parecer de algunos, también podemos hacer nuestras las costumbres norteamericanas, como ellos hicieron de las europeas que llevaron a su territorio los emigrantes, anglosajones principalmente.
Por cierto, creo que ya he contado en otra ocasión, el susto que me llevé yo con esto de las calabazas, las luces y el cementerio.
Hace unos años, bastantes, fuimos a asustar a unos amigos al cementerio una noche. Se asustaron de verdad al oir ruidos.
A la mañana siguiente se lo conté a mi abuela, una señora que apenas había salido del pueblo y que no estaba al tanto de las moderneces del Halloween ese, además fue hace casi 40 años.
Y me dejó de piedra. Me dijo que no sabíamos asustar, que teníamos que haber cogido una calabaza, vaciarla, hacer los agujeros como una calavera y poner una luz dentro. ¿De verdad es una moda norteamericana? Después me se lo conté a mi madre, y me dijo que si, que de pequeños hacían mucho eso.
Hace 60, 80, 100 años, ni tenían televisor, cine, ni llegaba hasta Carazo las celebraciones de Halloween, y allí ya se asustaban de esa forma.
Así que, por qué no adornar un poco la casa con cuatro adefesios y preparar unos dulces, sobre todo en una casa con tanto goloso suelto.
Para pasar un rato terrorífico y divertido:
Ver – Menús festivos.
Ver – Cocina.
Momentos 
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