












¿Por qué leemos?
Mi afición por los libros surge desde el mismo momento que aprendí a leer. Recuerdo mis primeros cuentos, los troquelados de Ferrándiz, sobre todo Mariuca la castañera (por dónde se hallará). He visto una edición que rememora aquellas épocas, creo que adquiriré algunos títulos.
Después vinieron ejemplares con menos dibujos y más letras, y por fin llegaron Los Cinco y Enid Blyton. A partir de ese momento, la lectura ya se convirtió en un hábito diario, como comer o dormir. Con el tiempo, se ha ido incrementando.
En cierta época, creo que cuando comencé a trabajar y pude financiarme esa práctica, sin acudir a la familia y a las bibliotecas públicas, seguro que acabé construyendo un sendero entre mi casa y la casa de cultura de la plaza San Lesmes, se me ocurrió estudiar o por lo menos leer historias de la literatura para ver que nos ofrecen los autores a lo largo de los siglos, desde la prehistoria hasta la actualidad.
En eso estoy, cuarenta años después intentando descubrir joyas literarias de distinto valor. Aquí empieza el debate.
¿Cuál es para nosotros una buena o no tan buena obra literaria? Del género que sea, poesía, teatro, narrativa.
Hay libros que han pasado el peso de los siglos por ellos y siguen vigentes. Nos maravillamos al leerlos y releerlos. De algunos nos sabemos hasta párrafos enteros, estrofas. ¿Quién no ha repetido aquello de?
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
Pues estos versos de las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, tienen más de 500 años, nadie duda de su calidad inmortal y universal.
Pero, cuando se trata de obras más actuales surge la controversia, sobre todo en el caso de las obras narrativas, relatos cortos, cuentos, novelas.
¿Son tan buenas las novelas admiradas por críticos, galardonadas en numerosos países y colocadas en la cima de la literatura? A veces son tan aburridas, lentas y con historias tan lejanas a nosotros que dudamos de su bendecida calidad.
En mi opinión, una novela también tiene que ser amena, tiene que atrapar la atención del lector, por su lenguaje, por lo que cuenta, por el ritmo, no importa el número de páginas que tenga, puede ser aburrida con 200 y sumamente interesante con 700.
Por eso, hoy ya no me fío de esas listas que periódicos, blogs, redes sociales, publican en sus suplementos culturales como “los mejores libros del año, la década o el siglo”. Para mi, la mejor novela es la que me entretiene, me inquieta o me conmueve.
Antes no dejaba un libro a medio leer, ahora digo, “hasta luego, Lucas”. A veces le dejo dormir una temporada, si a la vuelta me sigue pareciendo un bodrio, lo aparto para siempre, hay veces, que, con sorpresa, descubro una historia interesante.
Hoy, como es mi cumpleaños, homenajeo a esos libros que me han entretenido durante 63 años y los que me esperan, y a las flores de mi jardín que me acompañan durante muchas tardes de lecturas.
Por supuesto, a mi familia, que va conmigo. A los amigos que comparten letras y risas.
Besos para todos.

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